Carnaval de Antaño: cuando todos éramos actores
Aunque ‘bordillero’ suele ser una de las palabras más utilizadas en estos días, su esencia, esa misma que enaltece al pueblo, parece desaparecer.
Hacer el ejercicio de entrar a YouTube y buscar cómo se vivía el Carnaval de Barranquilla hace 20 o 30 años arroja como resultado imágenes que son una contravención a la razón por la que esta fiesta autóctona fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Al comparar la gozadera en la páginas de historia y el disfrute actual, se puede dar fe de una involución que frena y hasta boicotea el folclor que hacía que año tras año desde precarnaval y después de ‘pito' los andenes de nuestra ciudad y el Atlántico se llenaran de disfraces, marimondas, congos, toritos, gorilas, arlequines, negritos.
Y aunque el Carnaval sigue en pie sin echar marcha atrás y este año los viviremos este fin de semana con conciertos, desfiles, bailes, ruedas, verbenas, picó, fandango y recocha, hay un sinsabor latente cuando la mirada se va al bordillo, a la ‘verjita’, al espacio donde confluye el pueblo, de donde una cumbiambera puede extraer con facilidad a un parejo y llevárselo a la mitad de la calle para brindar un espectáculo genuino o donde los letanieros pueden encontrar mayor cercanía con el coro más grande que los apoya en su reconocido ‘Aaameenn’.
Vale pues la pena preguntarse en qué momento la valla, cual muralla china, separadora y cortadora entró a convertirse en la diosa y la reina, pero no una reina que mira a su pueblo sino que, precisamente, le da la espalda y hace ver el espectáculo desde la lejanía, sin interacción, observando a “desconocidos” que antes eran fácilmente considerados ‘llaves’, ‘amigos’, ‘bacanes’. La siguiente pieza audiovisual, conservada por la Memoria Histórica de Colombia y que fue desarrollada por Floro Manco, da cuenta de ese sentido perdido:
Osman Torregrosa, Rey Momo Vitalicio del Carnaval de la 44, lo reconoce así y se lamenta de esos tiempos en los que “todo el espacio era para la tradición”. Osman sabe con autoridad lo que ha sido el antes y el después, y analizó para Zona Cero el por qué del cambio, el por qué de la transgresión y el cómo se puede desde el ‘positivo, pero alarmante’ crecimiento volver a ese Carnaval de antaño, cuando todos éramos actores, como se observa en este video del usuario Majodagodago:
“Lo principal que hay que decir es que se le ha quitado la esencia a la Batalla de Flores. Su gracia antes era poder ver de cerca a la reina, tomarse la foto con el disfraz, tocar la carroza, bailar a la par de la comparsa, esa era la costumbre, uno se alistaba en casa para salir a hacer eso, pero ahora todo se ve como una hormiguita lejana, montados en un palco, no hay disfrute”, dijo con contundencia quien en 2006 fue nombrado Rey Momo Vitalicio y no de gratis.
Torregrosa fue el fundador del famoso baile ‘La Gustadera’, un referente cultural del Carnaval de Barranquilla que en este 2017 llegó a 45 años de historia, y aunque ya no existe por razones lamentables (relacionadas con su financiación) que se salieron de las manos de su creador, sí se le hizo un homenaje que ocasionó una vuelta al pasado que invitó a valorar este patrimonio que nos identifica a nivel mundial.
Recuerda así este hacedor cultural que ‘La Gustadera’ era el baile del barrio La Nieves, pero del cual cada barrio en la ciudad tenía su propia versión y se convertía así en la casa de cada reina de reinas. “Antes cada reina tenía su propia comparsa, tenía su baile y su caseta con olor a gente y no a algo impuesto”, explicó al mismo tiempo que narró que el Carnaval también ha cambiado por las dinámicas económicas y de restricción a temas básicos como el acceso a los materiales de los disfraces y a la elaboración de las corralejas que rodeaban los bailes del pueblo, los bailes a la calle.
“Los barranquilleros somos inquietos, tenemos mucho movimiento innato, tenemos ese realismo que nos envidian, pero lo han amarrado y comercializado. La reina ‘Fefi’ Mendoza tiene una buena idea y es la onda del Carnaval en la calle, pero su iniciativa muere cuando para hacer un baile el impuesto mínimo es de 3.200.000 pesos, eso es lo que cuesta un baile de integración del pueblo y ¿quién del pueblo tiene de la nada toda esa plata para rescatar lo que había antes? Entonces pasa esto. El Carnaval popular se muere”, manifestó haciendo alusión al Carnaval que fácilmente puede recordarse por medio de este video dirigido y producido por Jaime Muvdi:
Aún más recuerda el Rey Momo que “antes las fiestas carnavaleras eran en los patios de las casas, pero llegó con su grandiosa idea la reina Julieta Devis Pereira en 1962 de sacarlas a los frentes, de que se volviera un Carnaval callejero, toda una idea magnífica por la que hay que darle gracias. Era algo bien bonito, espectacular. Recuerdo con una emoción que las corralejas de esos bailes se hacían con las checas de las botellas de cerveza que íbamos a buscar del otro lado del Magdalena, cogíamos el Ferry y atravesábamos en busca de las tapitas, pero luego nos pusieron unas vayas que restringieron todo. Las corralejas son el cerramiento, pero ahora son murallas de lata y zinc, eso también quita la gracia, la verdad el Carnaval hace 40 años era mejor”.
“Ahora solo puedo decir que tengo 66 años de vida, 11 siendo el Rey Momo Vitalicio y toda una vida parrandeando desde que me trajo a esta tierra de goce mi madre Danilsa Torregrosa Morón. Yo llevo el Carnaval en la sangre, en el corazón y en la mente, y aunque me quiero resistir al cambio, debo dejar que fluya, pero sin dejar de luchar”, dijo.
Finalmente, en su opinión sobre cómo puede el Carnaval volver a ser de antaño, muy jocosamente aseguró que “sería feliz si hicieran dos carnavales: uno en estas fechas y otro a mitad de año con más tradiciones, más vivo, con más pueblo y gente”, como se puede ver en este documental de Luis Ernesto Arocha, denomidado 'La Ópera del mondongo':